Mirar a los ojos y sonreír hace a las personas más atractivas

0 comentarios

- Según un estudio, una persona que mira directamente a los ojos y sonríe resulta más atractiva.-
- "La gente prefiere los rostros a los que parece gustar", asegura.
- Los participantes se sintieron más atraídos por los rostros felices en el sexo opuesto y con las miradas directas.

Un dicho popular asegura que "la belleza está en los ojos que la mira" y un estudio elaborado por la Universidad de Aberdeen ha venido a corroborar esta ciencia popular llevándola al extremo.

Según el Laboratorio de Investigación del Rostro de la Universidad de Aberdeen, mantener el contacto visual y sonreír nos hace más atractivos.

Este estudio, elaborado por la doctora Claire Conway y publicado el pasado miércoles en Proceedings of the Royal Society pretende desterrar las habituales creencias de que el atractivo se debe a los rasgos físicos, como la preferencia por las caras simétricas, los labios grandes en las mujeres y las mandíbulas marcadas en los hombres.

Conway y sus compañeros analizaron el efecto de la dirección de la mirada, las expresiones faciales y género en el atractivo y descubrieron que los participantes se sintieron más atraídos por los rostros felices en el sexo opuesto y con las miradas directas.

"La dirección de la mirada es importante"

"Cuando se le pide pensar en ejemplos de características faciales atractivas, mucha gente piensa en rasgos físicos como una piel de aspecto saludable y una mandíbula fuerte", señalan los investigadores.

Sin embargo, "aquí demostramos que la dirección de la mirada también puede ser importante para la atracción", afirman.

"Los rostros que miraban directamente al interlocutor se juzgaron como más atractivos que las caras que evitaban mirar de frente", lo que, "demuestra que la gente prefiere los rostros a los que parece gustar y que la atracción no se trata sólo de belleza física".

Fuente: 20minutos.es

Como Superar El Temor A Entablar Una Nueva Relacion

0 comentarios

Paul Mauchline, autor de TheArt ofLoving, asegura que "las personas que mantienen heridas emocionales sin resolver (problemas de autoestima y traumas de relaciones amorosas pasadas) suelen sentir un fuerte temor a entablar nuevas relaciones" Para el escritor norteamericano, algunas características inequívocas de los temerosos a vincularse afectivamente es tener en mente ideas como: 'no volveré a enamorarme','no sé cómo relacionarme','soy demasiado viejo','no soy atractivo', 'mi trabajo es muy demandante'o'no me enamoro'. Sandra Bravo asegura que el miedo a entablar este tipo de relaciones es "un temor que se basa en lo que un sujeto cree que el otro va a pensar de él" Por otro lado, evadir el encuentro con personas que no conocemos puede tener su origen en el miedo al rechazo. La psicóloga ofrece alternativas basadas en un cambio de perspectiva respecto a lo que pensamos sobre nosotros mismos:

Modifica tus creencias sobre ti mismo. Si te percibes como una persona llena de defectos, buscarás que los demás observen aspectos negativos de tu personalidad.

Al protegerte de no ser rechazado, te vuelves invisible. Vale más enfrentarse a la negativa de una persona que ser ignorado toda la vida.

Balancear las posibilidades te puede llevar a darle una magnitud objetiva a lo que crees. Lo peor que te podría pasar no es que te rechacen, sino que continúes alimentando este miedo. En contraste, lo mejor es que quizás tengas la oportunidad de comenzar una relación.
Si la persona a la que buscas te rechaza, no te desanimes. Simplemente levántate y continúa tu camino.

Cuando te acerques a hablar con alguien, colócate en una postura abierta que refleje que todo es posible. Causarás una buena impresión.

Cuanto Dura El Amor

0 comentarios

Enamorarse es el primer paso en la formación de pareja en humanos y, recientemente, punto de mira de la investigación neurocientífica

«Las grandes pasiones son enfermedades incurables», decia Goethe. Pérdida de sueño y apetito, hiperactividad, son algunos de los síntomas que sufren los enamorados. La quimica del amor está mediada por una serie de sustancias que nos hacen sucumbir a la pasión amorosa. Sin restar méritos al romanticismo, se han identificado una serie de sustancias químicas -hormonas y neurotransmisores- que están implicadas en la pasión amorosa e, incluso, se puede realizar una matriz con las variadas manifestaciones y etapas del amor y su relación con estas sustancias. Curiosamente, los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran más rápida y fácilmente que las mujeres.

La antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey, identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor: lujuria, atracción y unión. La lujuria -deseo sexual- es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que nos hace buscar pareja. Luego viene la atracción, el enamoramiento, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Cuando el amor se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina.
«Cumbre química»

La antropóloga define el enamoramiento como una «cumbre química» que suele terminar en un año aproximadamente, probablemente porque el cerebro produce menos sustancias o porque los receptores se adormecen. El amor se deteriora y evoluciona y este avance es lo que nos permite establecer distinciones entre varias parejas potenciales o conservar la energía de apareamiento y enfocarla sólo en una pareja. Para el momento en que esta energía ha engendrado un hijo, el cerebro ya ha pasado a la siguiente fase, la unión, un estado caracterizado por sentimientos de seguridad, comodidad y unión espiritual con una pareja estable. La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos.

En uno de sus últimos trabajos, Fisher ha estudiado 58 culturas de todo el mundo, comprobando que en todos los lugares las pautas de las relaciones amorosas eran similares. El estudio constató que las mujeres tendían a tener hijos cada cuatro años y que el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de divorciarse se ubica en el cuarto año de relación que es el plazo más habitual del divorcio, tras el matrimonio. Así elaboró la teoría del ciclo reproductor de 4 años; Fisher cree que este ciclo es el remanente de la temporada de reproducción de nuestros ancestros ya que considera que es el tiempo en que un hombre y una mujer deben permanecer juntos al menos hasta que su hijo camine y se destete y para que pueda ser cuidado por otros.

El índice de divorcios crece mucho, según la mujer es más independiente económicamente, pero ese patrón no cambia. El animal humano quizá fue creado para tener una serie de relaciones sucesivas, aunque no todos se separan. Parece que tenemos muchos modelos reproductivos diferentes. El cerebro es un órgano muy flexible, y diferentes personas manejan esos sistemas cerebrales de forma distinta; unas forman un matrimonio para siempre y otras sienten gran cariño por su pareja, pero al tiempo pueden enamorarse de otro. El amor, probablemente la emoción más deseada y a la que han prestado más atención poetas y cantantes, quizás no sea sólo cuestión de física y química como creía Severo Ochoa...Es difícil saber hasta que punto nuestras hormonas y neurotransmisores son los responsables de esta emoción.
Placer y recompensa

Uno de los estudios que demuestra el papel de la dopamina en el enamoramiento también fue efectuado por Fisher. Con la esperanza de descubrir por qué la gente se enamora, estudiaron los cerebros de neoyorquinos que estaban locamente enamorados. Más de 800 voluntarios de varias edades y condiciones fueron estudiados mediante resonancia magnética para tratar de analizar cuáles son las zonas y sustancias cerebrales implicadas en el amor romántico. El trabajo revela que hay dos regiones muy activas: el núcleo caudado, una primitiva región en forma de C relacionada con el sistema del placer, la excitación sexual y la motivación para lograr recompensas. La otra es el área tegmental ventral, la veta madre de las células que producen dopamina, neurotransmisor que se asocia con la sensación de bienestar, implicado también en los mecanismos de placer y recompensa.

Otros neurotransmisores involucrados son la norepinefrina, que produce euforia, hiperactividad y pérdida del apetito y el bajo nivel de serotonina responsable de la pérdida de sueño y del pensamiento intensivo, el «no puedo dejar de pensar en ti» de muchas canciones de amor. La feniletilamina también se ha vinvulado con el amor. Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de esta sustancia, que sería responsable algunas de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando nos enamoramos. La feniletilamina podría ser también responsable de los efectos antidepresivos del ejercicio físico, como también de la liberación de endorfinas.

Curiosamente no todas las sustancias implicadas en la química del amor actúan de la misma forma en ambos sexos. La testosterona, relacionada con el impulso sexual, se comporta de una forma que puede parecer contradictoria ya que, mientras que en las mujeres aumenta el nivel, en los hombres enamorados se reduce. En un trabajo realizado por el departamento de psiquiatría y neurobiología de la Universidad de Pisa, publicado en Psychoneuroendocrinology, se midieron los niveles hormonales en un grupo de 24 personas de ambos sexos que se habían enamorado recientemente (en los últimos seis meses) y se compararon con otros 24 que no tenían pareja o que tenían una relación de hace tiempo. Se midieron los niveles de varias hormonas encontrándose menores niveles de FSH (hormona del sistema reproductor) y testosterona en los hombres enamorados, mientras que las mujeres enamoradas tenían niveles más altos que aquellas que no lo estaban. Se repitieron los estudios entre los 12 y 24 meses, sin que se hallaran entonces diferencias.

Fuente: consumer.es

Cómo cultivar actitudes de apertura

0 comentarios

- Evitar las rutinas. Hacer siempre lo mismo conlleva el riesgo de caer en la rutina. Es lo que se ha llamado comúnmente las 'rarezas de los solteros'. Es importante plantearse la posibilidad de dejar entrar en su vida nuevas experiencias.

- No preocuparse, ocuparse. No hay que crear dificultades antes de tenerlas. Hay que resolverlas cuando aparezcan.

- Las oportunidades no suelen venir a casa. Hay que ir a buscarlas.
- Buscar el aspecto positivo de las situaciones. Cada circunstancia tiene sus partes positivas. Es importante tener una actitud de apertura hacia ellas.

- Desconfiar de la autocompasión. Es importante permanecer alertas a los sentimientos que hacen que sintamos pena de nosotros mismos. Además de irreales, suelen ser improductivos.

- Arriesgarse a hacerse visible. En una sociedad como la actual, permanecer arrinconados no permite hacerse visibles. Los 'pinitos' de hacerse ver suelen ser gratificantes.

- Probar con la generosidad. Descartar la 'propiedad privada exclusiva' de bienes como el tiempo y las cualidades y ponerlas a disposición de otras personas no empobrece. La experiencia dice que es sumamente enriquecedor. Hay que arriesgarse a compartir.

- Oír no es lo mismo que escuchar. Mantener una actitud activa de escuchar otras formas de pensar y de ver la vida no desestabiliza, enriquece.

Fuente: consumer.es

La soltería no es un fracaso

0 comentarios

Las personas que viven solas contra su voluntad deben huir de una vida rutinaria, desconfiar de la autocompasión y ser receptivos a las experiencias nuevas.

Para sorpresa de los jóvenes y adolescentes de hoy, en la generación de sus abuelos, incluso la de sus padres, las personas solteras o las que no vivían en pareja eran vistas por la sociedad como un seres que, por una serie de razones, habían tenido mala suerte en la vida y no habían conseguido casarse. Esta situación les hacía vivir siempre 'bajo sospecha' en su propia casa, ante los amigos, en el trabajo, etc. No hace tanto tiempo que el matrimonio era el estado civil más común y los que se salían de esta norma eran tachados, de forma despectiva, como 'solterones' y 'solteronas'.

La etimología de la propia palabra ya descubre el matiz negativo. 'Soltería' proviene de un término latino que significa 'solitario', 'desamparado', conceptos que poco tienen que ver con los nuevos vocablos, más neutros, incluso "glamourosos", que se utilizan en la actualidad para referirse a quienes no desean pasar por la vicaría, el Ayuntamiento o el Juzgado y vivir en compañía: son los 'impares' o 'singles'.
Aceptación creciente

Esta opción, cada vez más valorada y apreciada por las nuevas generaciones de nuestro país, está vinculada a los nuevos hábitos de vida. Según algunos estudios, los más de tres millones de españoles "impares" de entre 30 y 45 años disponen de ingresos significativamente superiores al resto de individuos del mismo tramo de edad, tienen más dinero y gastan más en cultura, viajes, lectura, espectáculos...

La sociedad actual, lejos de asociar a los solteros con personas aburridas y carentes de motivaciones, los observa como afortunados que generalmente no se privan de nada, que viven a 'todo trapo' y no cesan de hacer planes. Un claro ejemplo es el protagonizado por las mujeres solteras, con una independencia económica creciente que no condiciona su vinculación a otra persona.

Tipología variada

Aparte de las consideraciones sociológicas y psicológicas, lo más importante es determinar la actitud y el grado de soledad con el que viven cada vez más personas que no quieren unirse a nadie. Para ello, hay que aclarar en primer lugar que la soledad no tiene por qué ser necesariamente una situación negativa. La soledad es positiva o negativa dependiendo de cómo se viva, y en el caso de los solteros, la tipología es amplia.

  • Los convencidos. Están satisfechos de su situación. Canalizan sus energías hacia la profesión, las actividades humanitarias, la religión, la ciencia. A veces desembocan en esta 'convicción' procedentes de fracasos amorosos o porque realmente están convencidos de que la vida en pareja está reñida con la libertad.
  • Los perfeccionistas exigentes. Son los solteros que no encuentran ninguna persona que tenga las características necesarias para llevar una vida en común satisfactoria y que a la vez les permita desarrollarse personalmente.
  • Los aventureros. Se sienten muy atraídos por la vivencia de aventuras como viajes exóticos y deportes alternativos. Las compañías les duran si son capaces de compartir las aventuras. Viven buscando novedades constantemente.
  • Los autosuficientes. Son absolutamente independientes para disfrutar en soledad de los atractivos de la vida. Incluso viven como un estorbo cualquier tipo de compañía que siempre crea problemas.
  • Los que dicen resignarse. Son los solteros que siempre responden que sí cuando se les pregunta si son felices y los que insisten en convencer al otro de que no necesitan a nadie. Sin embargo, en momentos de intimidad confiesan su amargura y su soledad mal vivida después de relaciones fracasadas o amores no correspondidos.
  • Los que 'vuelan de flor en flor'. Les asusta el compromiso y la fidelidad incondicional para siempre. No se atan porque se consideran 'infieles' por naturaleza, incapaces de vivir para una sola persona. Rompen una y otra vez sus distintas relaciones y no se sienten mal por ello.
  • Los egocéntricos. Consideran que una vida en pareja estable supone compartir dinero, tiempo, preocupaciones y problemas ajenos, y no están dispuestos.
  • Los tímidos. Conviven con su propia soledad porque les resulta excesivamente duro hacerse visibles en los entornos sociales. No se exponen al posible ridículo por no ser aceptados.
  • Los amargados. Viven su soledad con un sufrimiento interno y una frustración tan importantes que padecen su soltería como una enfermedad, añorando en secreto que alguien les quiera. Acumulan agresividad y envidia latente contra aquellas personas a las que les va bien y a las que suelen criticar.
Oportunidad de desarrollo personal

Lo que realmente está en juego es cómo se vive la soledad. Porque conviene recordar que también hay soledad de la mala en compañía y que muchas personas casadas se sienten dramáticamente solas. Por esta razón, se haya elegido o no vivir en estado 'impar', 'single' o 'soltero' lo importante es el cultivo de actitudes para vivir la soledad como una oportunidad de desarrollo personal.

Las personas que viven solas tienen la ventaja de experimentar menos controles sobre su conducta, pero también tienen menos oportunidades de contrastarla para que evolucione favorablemente. Por eso necesitan tener bien despiertas sus actitudes vitales, para que la soledad en la que viven no se convierta en foco de sinsabores.

Fuente: consumer.es